domingo, 18 de septiembre de 2011

IX

Títeres

Se siente completamente desnuda si se aleja de la razón. El mundo gira tras ella y ella no forma parte de él. Se traga la voz ronca en el suspiro, se retuerce las manos en la caricia. Se sacude el corazón en un gesto simple y certero. Corren rumores acerca de la locura, son tiempos difíciles para las almas a contracorriente. Ella se aleja mientras el mundo sigue su órbita sin percatarse de su fugitiva. Dicen las malas lenguas que huye de sí misma, quizás no vayan desencaminadas. Que es su peor enemigo, ella lo sabe; también sabe que inmolarse está mal visto.

− Nunca entendí lo que todos sabían− admite tras la segunda copa.

El bar es un murmullo de voces inconexas. Revolotean, sobrevuelan cabezas dejando su destino al libre albedrío. A veces capta una palabra, un sonido, el énfasis de una entonación; cosas que sacadas de contexto se transforman en lo que uno desee. Siente que tiene el poder de dirigir las emociones que transcurren en la estancia.

− Porque nunca prestaste atención a lo claro y conciso.
− Desdeñar lo evidente enseña a ver más allá y a comprender lo complejo.

Toma un trago. Cierra los ojos. Inspira. Vuelve a abrirlos. Todo sigue igual. Pero ella no es la misma. Cada golpe del tiempo moldea su perspectiva y convierte el trozo de mármol en una escultura que lentamente se alza entre los escombros. Mira con ojos tiernos, pero no es ternura lo que se esconde tras ellos. La oscuridad es un pozo sin fondo que entraña los mayores secretos. Se muerde los labios tras el silencio, tratando de medir sus gestos y escoger las palabras adecuadas.

− Nunca me gustaron los títeres.